…. Y le dio un pescozón
- ¡Que no corras por la casa! ¡Ya no se cuantas veces te lo tengo que decir…!
No era un niño malo… era hiperactivo, nervioso, impaciente, travieso… pero no malo.
- ¿Mamá donde está el balón?
- Yo no juego con el, así que tú sabrás
Cuanto odiaba ver que llevaban razón…
- ¿Y por qué no juegas?
- Por que ya soy mayor hijo y la pelota son juegos de niños
- ¿Y no te da pena no jugar?
Su madre entreabrió los labios al instante para contestarle rápidamente, pero las palabras se ahogaron y finalmente se quedaron en una pequeña expiración…
- Seguro que no juegas por que juegas fatal y te da vergüenza.
No pudo evitar una sonrisa mientras miraba a su hijo como diciendo “si, será eso…”
…..Y otro pescozón…
-¡Venga anda! Que vas a llegar tarde
-He quedado con Raúl y tiene que venir a buscarme
-Claro, ¿y si él llega tarde tú también no?
-¿Y cuando vais papá y tú a un sitio y llegáis tarde por culpa de alguno de los dos?
-No estamos hablando de mí.
- Pero es que…. (otro pescozón) que te marches y si Raúl quiere llegar tarde que llegue. Pásalo bien ¡y no te rompas los pantalones!
-Si mamá, no te preocupes.
Se quedó sola leyendo, pero no prestaba atención a su libro. “Que niño este" Que si no me da pena no jugar con el balón…” al encoger las piernas en el sofá notó que tocaba algo con los pies que se movía, el balón. Se agacho para cogerlo y se quedó unos segundos observándolo, lo dejó en el suelo y se levantó. Le dio una patadita y le hizo gracia verse a si misma, otra más, y otra. Comenzó a intentar dar un par de toques seguidos pero el endiablado balón no quería regresar a su pié después del primer golpeo… ¡La planta que me regaló la abuela!!!! Al suelo… ya no sonríe si no que directamente le sale una carcajada… recoge la planta y guarda el balón en el armario de su hijo mientras piensa: “Mañana seguro que podré dar dos toques”…
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