sábado, 30 de mayo de 2009

Aprender demasiado tarde...


Después de un tiempo, uno aprende de la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar un alma, y uno aprende que el amor no significa acostarse y una compañía no significa seguridad, y uno empieza a aprender... que los besos no son contratos y los regalos no son promesas, y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos, y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, por que el terreno del mañana es demasiado inseguro para planes... y los futuros tienen una forma de caerse en la mitad. Y después de un tiempo uno aprende que, si es demasiado, hasta el calor del sol quema.


A si que uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le traiga flores. Y uno aprende que realmente puede aguantar, que uno es realmente fuerte, que uno realmente vale, uno aprende y aprende... y con cada día uno aprende....


Con el tiempo comprendes que sólo quien es capaz de amarte con tus defectos sin pretender cambiarte, puede brindarte toda la felicidad que deseas.


Con el tiempo aprendes que las palabras dichas en un momento de irá pueden seguir lastimando a quien heriste, durante toda la vida.


Con el tiempo aprendes que disculpar cualquiera lo hace, pero perdonar es solo de almas grandes.


Con el tiempo te das cuenta de cada experiencia vivida con cada persona es irrepetible.


Con el tiempo te das cuenta de quien humilla o desprecia a un se humano, tarde o temprano sufrirá las mismas humillaciones o desprecios multiplicados al cuadrado.


Con el tiempo aprendes a construir todos tus caminos en el hoy, por que el terreno del mañana es demasiado incierto para hacer planes.


Con el tiempo te das cuenta de que en realidad lo mejor no era el futuro, si no el momento que estabas viviendo en ese instante.


Con el tiempo verás que aunque seas feliz con los que están a tu lado, añorarás terriblemente a los que ayer estaban contigo y ahora se han marchado.


Con el tiempo comprenderás que intentar perdonar o pedir perdón, decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas, decir que quieres ser amigo, ante una tumba, ya no tiene ningún sentido. Desafortunadamente, sólo con el tiempo.


JORGE LUIS BORGES.

miércoles, 27 de mayo de 2009

EGIPTO


A las cuatro de la mañana suena el teléfono de la habitación de al lado, inmediatamente después el de nuestra habitación. Tienes sueño pero te da igual por que estás en un lugar que por un motivo u otro te envuelve de magia. Me lavo la cara y debajo de mis pies el Nilo. Prisas, gente, piedras, relieves, olores, basura, grandiosidad, pobreza (que no miseria), vendedores regateando, vendedores comprando… que curioso.

El olor de las especias se mezclan con los olores del río y el del humo de los coches. Colosos guardianes contemplan impasibles el paso del tiempo, algunos incompletos, semidestruidos, pero siempre seguirán fieles a su cometido. Hace calor, desierto, tumbas, robos y leyendas… que hay de cierto en lo que se cuenta? A mi me da igual, es como los trucos de magia, es mejor vivir en la ignorancia y dejarte llevar por la belleza de lo que estás viendo. ¿Por qué no dejarte llevar por las historias y las leyendas que se cuentan si al cerrar los ojos te transportan a esa época?

Conoces gente y a gentes, siempre cuando voy a algún sitio me quedo con eso, con la gente. Me quedo también con lo que no estaba previsto, con mi golpazo en la espalda al salir de la pirámide de Kefren, con un viaje en taxi de vuelta al hotel, con el chorrito de los… del inodoro ya que no había bidé, apretando poquito puede salir muuuucha agua. Límpiate tú y limpia el baño que has dejado pringado hasta las paredes con el dichoso chorrito del inodoro que sirve para limpiarte el “lado oscuro”.

Queridas Keops, Kefren y Micerinos, tumbas varias del Valle de los Reyes, Ruinas de Shakara…etc... etc… os deseo suerte. Suerte para que os dejen de poner un Kentucky Fried Chicken a 100 metros de vosotras, suerte para que nadie más escriba su nombre sobre vuestras ruinas tipo “Jessy te quiero” o “la vane estuvo aquí” (sea en el idioma que sea). Suerte Egipto para dejar de tener que vender 30 marcapáginas por un euro…

También me quedo con mis 30 segundos de la última noche, intentando distinguir lo complicado de lo simple…

sábado, 9 de mayo de 2009

¿Discutimos?



Todo el mundo discute, todos los días discutimos, en menor o mayor nivel o por cosas más o menos importantes… pero… ¿Por qué discutimos? ¿Cómo discutimos? Y ¿qué conseguimos discutiendo?


Numerosos factores influyen de una manera distinta en función de la personalidad y la forma de ser de cada uno de los “participantes” en las discusiones.


Este artículo viene dado por una discusión con mi madre. En mi casa pocas veces se discute y las que acontecen suelen ser auténticas sandeces. Ahora bien, llegados a un punto de discusión por motivo “A” mi madre en este caso lo afronta con argumento “B” y yo expongo el caso con mi argumento “C”.


Ahora partimos de la base de que “A” es una absoluta trivialidad y mi madre al contestar o responder con “B” para mi lo importante deja de ser “A” si no como me ha contestado, como ha afrontado la conversación y su forma de rebatir. Aquí entonces yo realmente empiezo a discutir por ese “B”, es decir, por la forma en la que afronta mi madre una discusión o una diferencia de opiniones.


Yo no discuto con el fin de llevar razón o no, por que me considero una persona con bastante sentido común para dar la razón a un “oponente” y si es necesario pedir disculpas con todo el respeto del mundo y en muchas ocasiones con humor, pero siempre dando a entender mi metedura de pata, mi disculpa…etc… . Lo que creo que está claro no sólo con mi madre, que es símplemente un mero ejemplo a modo de introducción, es que mucha gente no discutimos sobre un tema en concreto. Centramos la discusión en la forma de discutir del otro, en su “modus operandi” a la hora de enfrentarse a nosotros, entonces el detonante pierde importancia por que me da mucha rabia ver que me acusen sin pruebas, sin argumentos, que me amenacen sin poner sobre la mesa el porqué de esa amenaza, que no se respondan preguntas directas… y sobre todo el victimismo como colofón final de la representación.


Es ahí cuando mis preguntas son del tipo "Por que dices ahora esto?" "por que gritas?" "Por qué no contestas a lo que te estoy preguntando?" "Por que hablas de cosas que no tienen nada que ver con lo que estamos tratando?" etc... seguro que más de una vez os habeís encontrado con alguien que en lugar de debatir sobre lo que interesa, os deja perplejo con su forma de llevar la conversación hacía ningún lado.


Como siempre digo, yo no soy perfecto, tengo mucho carácter y cuando me creo poseedor de la verdad la defiendo a muerte y en ocasiones me paso. Siempre intento pensar que puede haber algo que eche por tierra “mi verdad” por eso hay que intentar no perder la perspectiva del otro, tener siempre presente que podemos estar en un error por mucho que pensemos que llevamos razón… el problema se da cuando la perspectiva de la otra persona es totalmente un cajón desastre en el que nada tiene un orden, nada tiene una explicación y nada tiene un por qué. Aquí se presenta un caso de persona a mi juicio admirable por un lado y deplorable por otro, aquellos que son unos auténticos maestros del victimismo y la demagogia, personas que hacen un uso perfecto de ese “librillo del que no lleva razón” hasta el punto de hacer creer que son unos pobrecitos a los que les estamos haciendo pupa con el poder del sentido común y los datos objetivos… Siempre habrá gente que no sea capaz de ver que en el vaso no queda agua, por mucho que meta la mano, lo vuelque… seguro que hace que bebe y dice: “AQUÍ HAY AGUA!!!” y no habrá forma de hacerles pensar lo contrario.


¿Cómo discuto yo? Pues siempre que pueda, discutir con pruebas y datos, si hago algo y discuto sobre ese algo diré: “hice eso por: m Esto, esto, esto, esto y esto….” y si hay una respuesta negativa por parte de la otra u otras personas debería de ser “pues no debiste hacerlo por esto, esto, esto y esto…” y ya teniendo las ideas claras por ambas parts podemos lanzarnos a debatir.


Muchas veces en las discusiones influyen los sentimientos, tanto sobre lo que se discute como sobre la forma de discutir e incluso hacía o para con la persona que se está discutiendo. Esta es la parte más comprometida pues ya no vale blanco o negro, si no que pueden existir muchos matices. En estos casos las salidas son pocas. O se comprende o no se comprende, y con los sentimientos hay que tener mucho cuidado… pues una cosa es ser comprensivo y otra muy distinta es ser directamente tonto y dejar que nos engañen. ¿Cómo diferenciarlo? Pues muy complicado, el excéptico siempre desconfiará de todos, alejará a gente buena de su lado por ser así… pero siempre será más complicado tacharlo de “inocentón”. Al confiado, al optimista… es el que más palos se va a llevar está claro, pero al que se le acercará la mejor gente…


Yo elijo ser optimista, partir siempre de que la gente discute con buena intención… y si tengo que cambiar de opinión hacerlo en segunda línea. No obstante siempre es bueno dormir con una oreja levantada… no sea que por inocentones, nos la cuelen.


Quizá no sea la mejor reflexión sobre las discusiones… Pero por lo menos aquí teneís a uno que, después de discutir con su madre, que es a quien más quiero junto con mi Padre y mis hermanas, me ha servido para desahogarme...