sábado, 9 de mayo de 2009

¿Discutimos?



Todo el mundo discute, todos los días discutimos, en menor o mayor nivel o por cosas más o menos importantes… pero… ¿Por qué discutimos? ¿Cómo discutimos? Y ¿qué conseguimos discutiendo?


Numerosos factores influyen de una manera distinta en función de la personalidad y la forma de ser de cada uno de los “participantes” en las discusiones.


Este artículo viene dado por una discusión con mi madre. En mi casa pocas veces se discute y las que acontecen suelen ser auténticas sandeces. Ahora bien, llegados a un punto de discusión por motivo “A” mi madre en este caso lo afronta con argumento “B” y yo expongo el caso con mi argumento “C”.


Ahora partimos de la base de que “A” es una absoluta trivialidad y mi madre al contestar o responder con “B” para mi lo importante deja de ser “A” si no como me ha contestado, como ha afrontado la conversación y su forma de rebatir. Aquí entonces yo realmente empiezo a discutir por ese “B”, es decir, por la forma en la que afronta mi madre una discusión o una diferencia de opiniones.


Yo no discuto con el fin de llevar razón o no, por que me considero una persona con bastante sentido común para dar la razón a un “oponente” y si es necesario pedir disculpas con todo el respeto del mundo y en muchas ocasiones con humor, pero siempre dando a entender mi metedura de pata, mi disculpa…etc… . Lo que creo que está claro no sólo con mi madre, que es símplemente un mero ejemplo a modo de introducción, es que mucha gente no discutimos sobre un tema en concreto. Centramos la discusión en la forma de discutir del otro, en su “modus operandi” a la hora de enfrentarse a nosotros, entonces el detonante pierde importancia por que me da mucha rabia ver que me acusen sin pruebas, sin argumentos, que me amenacen sin poner sobre la mesa el porqué de esa amenaza, que no se respondan preguntas directas… y sobre todo el victimismo como colofón final de la representación.


Es ahí cuando mis preguntas son del tipo "Por que dices ahora esto?" "por que gritas?" "Por qué no contestas a lo que te estoy preguntando?" "Por que hablas de cosas que no tienen nada que ver con lo que estamos tratando?" etc... seguro que más de una vez os habeís encontrado con alguien que en lugar de debatir sobre lo que interesa, os deja perplejo con su forma de llevar la conversación hacía ningún lado.


Como siempre digo, yo no soy perfecto, tengo mucho carácter y cuando me creo poseedor de la verdad la defiendo a muerte y en ocasiones me paso. Siempre intento pensar que puede haber algo que eche por tierra “mi verdad” por eso hay que intentar no perder la perspectiva del otro, tener siempre presente que podemos estar en un error por mucho que pensemos que llevamos razón… el problema se da cuando la perspectiva de la otra persona es totalmente un cajón desastre en el que nada tiene un orden, nada tiene una explicación y nada tiene un por qué. Aquí se presenta un caso de persona a mi juicio admirable por un lado y deplorable por otro, aquellos que son unos auténticos maestros del victimismo y la demagogia, personas que hacen un uso perfecto de ese “librillo del que no lleva razón” hasta el punto de hacer creer que son unos pobrecitos a los que les estamos haciendo pupa con el poder del sentido común y los datos objetivos… Siempre habrá gente que no sea capaz de ver que en el vaso no queda agua, por mucho que meta la mano, lo vuelque… seguro que hace que bebe y dice: “AQUÍ HAY AGUA!!!” y no habrá forma de hacerles pensar lo contrario.


¿Cómo discuto yo? Pues siempre que pueda, discutir con pruebas y datos, si hago algo y discuto sobre ese algo diré: “hice eso por: m Esto, esto, esto, esto y esto….” y si hay una respuesta negativa por parte de la otra u otras personas debería de ser “pues no debiste hacerlo por esto, esto, esto y esto…” y ya teniendo las ideas claras por ambas parts podemos lanzarnos a debatir.


Muchas veces en las discusiones influyen los sentimientos, tanto sobre lo que se discute como sobre la forma de discutir e incluso hacía o para con la persona que se está discutiendo. Esta es la parte más comprometida pues ya no vale blanco o negro, si no que pueden existir muchos matices. En estos casos las salidas son pocas. O se comprende o no se comprende, y con los sentimientos hay que tener mucho cuidado… pues una cosa es ser comprensivo y otra muy distinta es ser directamente tonto y dejar que nos engañen. ¿Cómo diferenciarlo? Pues muy complicado, el excéptico siempre desconfiará de todos, alejará a gente buena de su lado por ser así… pero siempre será más complicado tacharlo de “inocentón”. Al confiado, al optimista… es el que más palos se va a llevar está claro, pero al que se le acercará la mejor gente…


Yo elijo ser optimista, partir siempre de que la gente discute con buena intención… y si tengo que cambiar de opinión hacerlo en segunda línea. No obstante siempre es bueno dormir con una oreja levantada… no sea que por inocentones, nos la cuelen.


Quizá no sea la mejor reflexión sobre las discusiones… Pero por lo menos aquí teneís a uno que, después de discutir con su madre, que es a quien más quiero junto con mi Padre y mis hermanas, me ha servido para desahogarme...

2 comentarios:

Sach dijo...

Ja, ahora ya se tus estratégias y puntos débiles si alguna vez discuto contigo!

Bueno, yo no soy mucho de discutir, de hecho conmigo se cumple eso de dos no discuten si uno no quiere, pero una vez que me enzarzo en un duelo dialéctico soy de los tuyos: racional, con argmumentos y datos claros y precisos. Tanto que a veces suelo sacar a la otra persona de quicio...

Pero lo que más odio es lo que comentas, discutir sobre un tema y de repente que la otra persona te salga con cosas que no tienen nada que ver, cosas que ya pasaron (o que ni siquiera llegaron a pasar) y temas ya olvidados para reforzar su teoría que llega un punto que ya ni él sabe cual es.

Dicho lo cual me callo ya que no quiero que en algo no estés de acuerdo y acabemos discutiendo...

Un placer volver a pasar por aquí después de tanto tiempo!

Xerenor dijo...

Ey Sach!! jajaja seríamos muy aburridos tú y yo discutiendo eh¿? Pues nada, los roces típicos de cada día, que pueden dar mucho de sí hasta el punto de rayarte tanto como para entretenerte con el blog. Me alegra un montón ver que sigues acercándote por el blog. Un saludo y muchas gracias.!!