lunes, 14 de julio de 2008

¿Desde donde miras?




Un rostro apagado mira tímidamente por su ventana, con la cabeza agachada enderezando únicamente sus ojos, con gesto cansado, con miedo de mirar directamente por si otra mirada furtiva le descubriera en su ventana.


Se vislumbra un día soleado… mira su pasado, su futuro y rumia su presente. Ve una calle llena de juegos en los que sería imposible participar, una vida en la que se ve sin lugar. Suenan las doce del medio día, respira profundamente y mira el viejo reloj de pared, suspira y vuelve a mirar por la ventana.


Piensa en toda aquella gente que creía conocer a lo largo de su vida y que realmente no conocía, para bien y para mal, para su decepción y para su sorpresa. Fijaba su mirada en las personas, en los que parecían agradables, en los que se divertían, en los que parecían estar enfadados con el mundo… ¿Serían realmente como parecían ser?


Concentró su mirada en una nube informe, y mientras sus ojos se abrían poco a poco, como si estuviera valorando un salto a un gran precipicio, se dijo a si mismo: ¿Me conozco a mi mismo? Sonó la una del medio día.


Se levanta, camina, cierra los ojos, los abre y vuelve a mirar por la ventana concentrado. Un lastimero crujido de madera le devuelve a la realidad. ¿Me conozco a mi mismo? Se volvía a preguntar una y otra vez. ¿Cómo se puede creer que conocemos a los demás si en ocasiones actuamos de tal manera que valoramos la posibilidad de no conocernos ni a nosotros mismos?


Se calza unos viejos zapatos, muy usados pero llenos del cariño de lo que nos ha acompañado durante un largo viaje, sonríe, se despereza, mira por la ventana y vuelve a sonreír.


Sin más compañía que la de sus zapatos llenos de cariño y sus recuerdos, el portazo puso punto y final a su rostro apagado, a su mirada furtiva desde una ventana. Se esfumaron los recuerdos amargos de un pasado, se acabó el rumiar el presente y esperar junto a una ventana el futuro. Marchó con una sonrisa dibujada, se mezcló de nuevo con la gente, sin prisa, sin tiempo del que estar pendiente, dándose cuenta de que aun le quedaba mucho por contarse, mucho de lo que sorprenderse, mucho por lo que reírse de si mismo.


Comprendió que la vida no se mira desde una ventana…

4 comentarios:

Anónimo dijo...

E aquí la importancia de conocerse a uno mismo. Saber mirar un poco por encima de lo que nos está pasando y hacerlo de una manera lo más objetiva posible. Si no nos paramos a observarnos a nosotros mismos no podremos opinar sobre los defectos y virtudes de los demás. Lástima que siempre nos fijemos en el resto, por eso de "ver la paja en el ojo ajeno".
Al menos tú sigues intentando conocerte cada día un poco más. No cambies. Un beso

Xerenor dijo...

Poco puedo decir más que... Gracias.

Gracias por tu forma de ver la vida y por tu forma de afrontar las cosas, por tu paciencia (sobre todo cuando me meto con tu perro) y por el apoyo incondicional que siempre me has dado.

Todo lo que pueda hacer por ti siempre será poco.

Un besazo muy grande!

Anónimo dijo...

hola! llevas mucho sin escribir...animate ya no? que se te echa de menos! besitos!!!

Andrea dijo...

Nunca sabores, veas, sientas, escuches, toques; con la boca, los ojos, las orejas, las manos de los demas... Siente todo aquello que esta delante de ti y si no lo esta buscalo te sorprendera todo lo que tu cuerpo es capaz de sentir... La vida se vive por impulsos lo que pase despues ahora no importa, porque sino siempre te quedara el: porque no lo hice??
Ver las cosas desde una ventana es tener miedo a descubrir todo aquello que te brinda el mundo que hay al otro lado de ella... descubrelo.
Intenta comocete a tu mismo en ese viaje y comoceras a los demas. La vida solo son instantes que hay que atrapar como el mas deseado de tus sueños.

PD: La vida nunca es demasiado larga para poder saborear todos los instantes que quisieras... asi que no dejes escapar ninguno!!